El cohete Tronador II está basado en el cohete Tronador I, un pequeño cohete monoetapa de 4 metros de longitud, lanzado en julio del 2007. Éste sirvió como probador tecnológico, para poder permitir el avance hacia otro tipo de cohete: el Tronador II, muy superior técnica y prestacionalmente a su antecesor (el Tronador I sólo llega a 20 km de altitud, y puede llevar una escueta carga útil). Los principales componentes del cohete se desarrollan en la base de Falda del Carmen (provincia de Córdoba); –en 2003 las experiencias del Gauchito y en 2007 las experiencias del Tronador I dieron un ligero indicio de recuperación argentina en actividades de cohetería espacial–; en segundo lugar el cohete innova en cuanto a su propelente al usar un combustible líquido probadamente exitoso en la mayoría de los proyectos espaciales de otros países: la hidracina. La potencia de la hidracina permite colocar en órbita una carga útil de hasta 200 kg, esto es, puede poner en órbita (a ca. 400 km) un satélite.
El diseño y el proyecto del lanzador se han hecho siguiendo los estándares como para evitar su uso militar. Para la fecha que está previsto el lanzamiento, a fines de 2012, la Argentina podrá ingresar en el club de países que disponen de vehículos espaciales propios. La meta que se han propuesto los científicos argentinos es fabricar un cohete de 29 metros de longitud, de 30 toneladas de peso, con capacidad para colocar un satélite de hasta 200 kilos de peso a una altura de 400 kilómetros y una velocidad máxima de 7900 metros por segundo. En el diseño y en la construcción del cohete participan también el Centro de Investigaciones Opticas del Conicet-CIC, el Instituto Balseiro en el Centro Atómico Bariloche (CAB-CNEA), el Instituto Universitario Aeronáutico de Córdoba y el Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata, así como el Instituto Argentino de Radioastronomía del Conicet.1 El Tronador II será un vehículo de trayectoria controlada para lo que dispondrá de los correspondientes sistemas de navegación, de guiado y control, diseñados y construidos en el país.
Será un renacimiento de la tecnología aeroespacial argentina, pudiendo poner en órbita pequeños satélites de manera confiable, segura, barata e independiente.